miércoles, 28 de septiembre de 2011

El filatelista Capitulo I

Capítulo I “Melodía en el aire”

                                                                                                                            “Mírame bien”

J.A.L.R

Existió hace tiempo en una villa muy solitaria cuando corrían esos lóbregos años en los que las  pocas luces vigías que existían eran las titilantes estrellas, las velas cándidamente encendidas y aquel inmenso medallón de plata suspendido en la tenebrosidad de la noche que muchos de nosotros llamamos Luna.

El pintoresco panorama de la villa podría recordarnos a esas viejas pinturas en las que todas las casitas parecen salidas de un cuanto mágico. La periferia del lugar se encuentra delimitada por miles de árboles enormes con cientos de hojas que visto desde cualquier punto muestran una sensación de tersura y misticismo. Los techos de las viviendas daban contrastantes efectos de profundidad y sombras, mientras que las calles entre subidas, bajadas y vueltas daban la impresión de ser un laberinto formado de opacidades y gráciles luces emergentes de las casas.

En el ambiente de madrugada se respiraba una calma profunda acompañada de vientos que arrullaban  a los árboles y a los habitantes de la villa, entre cada soplido se oían ligeras notas, tonos menores y mayores, sostenidos y bemoles todos acompañados de la dulzura del eco y el silencio del ambiente, podía distinguirse poco a poco que las notas provenían de unas campanillas, pero extrañamente el orden de los tonos no podían provenir del vertiginoso soplar del viento ya que producían una melodía digna de un lúcido concertista.

Era él, un hombre mayor, al cual la serenidad de la noche no lo perturba en lo mas mínimo para dignarse a conciliar el sueño.  Ahí estaba él, bajo la luz de una chimenea sentado en una mecedora de finos acabados, con un pequeño perro de colores mezclados y con una caja de madera en las manos dándole cuerda a la misma, una y otra vez el hombre giraba la perilla para que las manivelas dieran de su función un concierto digno de las almas más puras.

La noche transcurría lenta  y el hombre no se preocupaba del tiempo seguía meciéndose tranquilamente mientras la música fluía entre los aires serenos de su habitación, el jardín de afuera y el resto de la villa. Sonaba una y otra vez, el hombre contento miraba por la ventana, cubierta a medias por unas cortinas viejas  que tapaban lo suficiente para dejar una rendija de buen tamaño, y contemplaba como por las hierbas y flores de su jardín un gato blanco de manchas negras se postraba cerca de la ventana como si quisiera escuchar la melodía más de cerca. El hombre al ver que el gato trepó hasta el borde inferior de su ventana decidió darle más cuerda a la caja girando suavemente tan singular maquinaria, se levantó lentamente y el perro alzó las orejas al compás de los movimientos de su amo, dejó la cajita de madera en la mecedora y se acercó vacilantemente hasta la ventana, abrió la mitad y cuidadosamente metió al gato en su hogar, el anciano lo acarició cariñosamente y le dijo:

-          Hace mucho frío afuera pequeño, no me molestaría que pasaras la noche aquí, serás  parte de mi público junto con mi fiel canino.

El gato temeroso del ambiente de la casa y del perro decidió irse a una de la esquinas de la habitación mientras la música sonaba, con el pausado transcurrir de la melodía el gato se percató de lo manso del perro y la gentileza de su amo y decidió acercarse lentamente hasta que por azares gatunos y perrunos acabó dormido en la misma alfombra donde se encontraba el perro y la mecedora con el viejo.

Cuando la mayoría de la vida reposó en la habitación, el anciano dejo de tocar la cajita, se levantó cautelosamente y caminando de manera pausada por la edad se acerco hasta un viejo espejo con molduras exuberantes, hizo una pausa mientras contemplaba su cara y su cuerpo cubierto por ropas abrigadoras y una gruesa manta, exhaló profundamente con un aire de tranquilidad y nostalgia y se dijo a si mismo:

-          No cabe duda que cada vez que he de mirarme al espejo me sorprendo de mí mismo, y es que nada se compara con el contraste entre mi apariencia y mi corazón.

El anciano se retiró a su cama, se acostó delicadamente y dijo al aire:

-          ¡Soy el filatelista gatito, buenas noches!

Y el silencio de la noche se hizo un eco unisonó en la inmensidad de tan peculiar pero agradable escena…

Paradigma de una imaginación...

Un buen día, hace muy poco, encontré un pájaro que fue echado de su nido. Sentí lástima honestamente, me decidí a acogerlo en mi hogar. Conseguí rápidamente una caja de cartón e inmediatamente lo metí ahí de manera que se cubriera de la lluvia próxima. Durante todo el camino, me dediqué a meditar sobre el porqué de tal suceso mientras me apresuraba para que mi compañero y yo no nos mojáramos demasiado.

Intenté darle alimento, hacer que su “nuevo nido” fuera tan acogedor como su viejo hogar, procuré ponerlo en un lugar seguro  y en donde pudiera vigilarlo.

Al día siguiente, sin más o menos, el que era mi nuevo compañero de andanzas se despidió de una vida cruel que disfrazada de instinto y naturaleza cobró su estadía en este mundo. Me sentí triste, era inevitable pues puse gran parte de mi empeño por mantenerlo a salvo, pero como muchos de nosotros sabemos si hay algo igual de impredecible que la vida es la muerte. Le di un sepulcro como era debido a pesar de no ser de actos religiosos le rendí respeto y pedí que como fuera estuviera bien.

De regresó a mi hogar comencé a divagar y nació este escrito, el cual puede parecer confuso pero si se esfuerza estoy más que seguro que lo puede entender. Este escrito va dedicado a aquellos pájaros en jaulas de cristal, a los perros encadenados por correas de terciopelo, a los leones sometidos como reyes, a la inocencia limitada por muros de algodón.

Podré ser visto como un utopista entre un montón de locos que sólo se han dedicado a soñar, lo admito puede que sea cierto o quizá lo sea, pero mientras tenga alas para seguir volando no tendré miedo de las miradas ajenas.

 Existen tantos paradigmas como mitos o leyendas de la imaginación, pero de lo que estoy seguro es de que nosotros mismos y nadie más ha generado tal ridículo y absurdo que, sin miedo de ser rechazado, repudio absolutamente. No veo límites para la imaginación, ni para la mía ni para la de nadie puesto que somos criaturas hechas para imaginar. Yo quisiera pedirles un favor, si no es mucha molestia abran la jaula de cristal para que el ave vuele, desencadenen al perro, dejen libre al león, rompan el muro que impide que la imaginación corra.

Puede sonar descabellado, pero eso no me preocupa, cuando la imaginación es libre es por qué nosotros como seres también lo somos, podrán decir que siempre han sido libres, que no siguen ninguna regla, que viven al máximo, pero ¿alguno de ustedes ha pensado realmente si son libres?, ¿si ese realmente es una afirmación severa en la que no habrá prórroga? Con el mayor respeto que todos ustedes merecen, lamento informarles que la libertad se ha vuelto una visión más que algún hijo de perra les ha vendido, y para colmo una visión errónea, creer que realizar los actos sin meditación alguna es libertad no es más que drogarse con la estúpida visión de que el que no vive “al máximo” no es libre.

Si cree que es muy severo lo que estoy diciendo y sin sentido, puede detenerse en este momento y acudir a la página de internet más cercana y endrogarse con algo que en vez de encerrar a su imaginación en una jaula la encerrará en la caverna más pérfida del subconsciente humano, me refiero ni más ni menos que al miedo y la ignorancia.

Me atrevo a decir que hemos limitado nuestra imaginación, expandir lo que nos hace humano puede ser considerado ahora como un crimen, como algo imperdonable, como un absurdo acto impúdico que se opone a las ridículas concepciones de quien ya se ha sometido a lo que los demás han dicho, no lamento apegarme a ellos, pero lo cierto es que aquellos que viven sumidos en el yugo de alguien más son los que menos problemas se buscan, pero a final de cuentas quien es libre se opone a tan ridículas estratagemas con un ideal muy bien sustentado y sobre todo con los argumentos y el intelecto que le valen para resistir.

Quisiera relatarles una utopía, un sueño que puede que sea inalcanzable, pero como alguien puedo decirlo si lo sueñas es porque es posible.

Me refiero a cuando nosotros mismos y nadie más rompa las cadenas que nos limitan, sería hermosos ciertamente, la imaginación nos daría para acabar con el miedo, en vez de quejarnos daríamos más soluciones que críticas destructivas, las noches serían más bellas no por el hecho de verlas sino por el hecho de sentirlas, los sueños ya no serían sueños sino realidades, la imaginación sería el sueño mismo, desaparecería la originalidad y aparecería de nuevo la verdadera identidad del ser y me refiero a ser auténticos.

El amor dejaría de ser un dilema y pasaría a ser lo que nos da vida sin pros ni contras, sin sexo o infidelidades, sin tabúes, sin críticas, sin modelos, sin género sería lo que más se anhela, el simple y puro amor.

Aquél que disfruta de la destrucción por placer lo seguiría haciendo, pero bajo la afortunada premisa de que para destruir habrá que crear primero y crear es una hermosa forma de destruir…

El león encadenado, el ave prisionera, el perro domesticado o el hombre limitado, no hay diferencia alguna las cadenas son las mismas. El ave libre, el león libre, el perro libre, el hombre que imagina no hay diferencia alguna…

Sueña libre corazón, imagina, vive de por medio por siempre y para siempre, somos las aves, el fuego, el agua, el perro, la flor, somos lo que somos, imaginación pura el ente que corre libre mientras no lo encerremos, la esencia del aire, el alma del amor…

Y como siempre de la imaginación se vuelve a soñar…

Así como el ave pereció en la caja, tan fría, cutre, tan artificial nosotros corremos el riesgo de morir también, mientras imaginemos el miedo no existe y sobre todo nosotros y la vida será para siempre… sueñen libres… vivan libres… realmente libres.

Joseph A. Lara Rodríguez "Le Corps"

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La morbidez de los recuerdos...

El reloj marcaba ya más de las 3:00 am, me sentía ciertamente incómodo; no era la primera vez que pasaba mi noche en vela ni mucho menos la ultima, cosa en la que me gustaba creer. En el transcurso de esa casi eterna madrugada no paraban de azotar contra mí las complejas ideas que me habían asediado desde la última vez que la vi, era inútil fingir que no la extrañaba, después de todo el llanto, que por ella era,  había incomodado a los vecinos del apartamento 505 hasta el 512; es decir todo el pasillo que se asemejaba a un largo camino para llegar al abismo de los ya no vivos, aquellos que cubrían la 24 horas de mi tiempo en sus ruidosos autos y en su hipocresía grabada en sus rostros que parecían máscaras de porcelana fina.
Mi estado era absurdamente deplorable, me sentía tan desorientado, tan confuso,  los recuerdos parecían fotos vistas hace años.  Y poco a poco esa dispersión mental comenzó a disiparse hasta que logré recordar la mayoría de mis penas.
Llego a mi mente como desde pequeño me sentía enfermo, el amor me parecía completamente abrupto, la gente engordaba en su propio ego, la filantropía solo era una estúpida obra de caridad llevada de la mano del lucro y la relativa bondad de las personas.
Recordaba como me sentía desde pequeño, como la gente parecía devorar a la demás gente como yo, me figuraban al horrendo monstruo que se oculta en nuestra oscuridad interna. De pronto comencé a recordar  mi reunión con una antigua conocida muy cercana a mí. Las reminiscencias de antiguas anécdotas con ella como siempre me obligaba a hacer lo correcto, desde cepillarme los dientes hasta separarme de la mujer que amaba simplemente por que su personalidad estaba llena de vicios y como ella decía conocerme bien me convenció de que la dejase pues eso afectaría mi aparente rectitud y sentido del deber.
Cuantas veces no recurrí a ella en el amor, que parecía haberme abandonado cuando mi querida se fue con esa arrogante expresión de desprecio hacia ella, pero es que  era inevitable tenía que hacerle caso a una aparente razón,  ella era mi hermosa voz, musa de mi encanto, apacible dulzura que me era imposible contradecir. En mi aparente felicidad externa ella me abrazaba cálidamente, en mi pútrida  tristeza me abrazaba y limpiaba mis lágrimas y me cantaba hermosas canciones para poder dormir.
  Decidí llamarle pidiéndole un favor, el simple hecho de que me escuchara pues siempre que lo necesitaba se encargaba de mi cuando me sentía así,  siempre acababa hablándome al oído de que tan bueno era, que tan valiente y lo fuerte  que era para soportar la frivolidad del mundo actual, la sorprendente hazaña de sobrevivir al cruzar ileso un mar de omnívoros  dispuestos a tragarme.
Pero la noche tenía algo peculiar además de ese  tibio viento, denso y con olor desconocido, me sentía completamente desesperado con una angustia carcomiente que me devoraba por dentro, me sentía asfixiado,  me sentía completamente decaído y exaltado, comenzaba a sudar y sentía como todo se veía mas grande y mas chico en un mismo instante mi cuerpo no paraba de temblar, una vocecilla que me gritaba a lo lejos no dejaba de acosarme, me sentía tan vacio, con un instinto que me era completamente desconocido… un deseo de explotar.

Los hechos durante la reunión me siguen siendo dispersos, siento un agravado dolor de cabeza pero extrañamente más ligero. El tiempo se detenía a mi paso, cada vez me llegaban más y más y más imágenes a la mente, comencé a recordar como la dulzura de su piel resucitaba mi tacto muerto y como cruelmente esa tibia morbidez se desvanecía poco a poco.        
Aun recuerdo exactamente las palabras que salieron de su boca la última vez que la vi:
 -¿Qué ha pasado?  ¡Sentía que te era completamente necesaria¡ ¡Que era parte de ti como tu de mi, sentía que éramos completamente perfectos, uno para el otro¡
Aun recuerdo bien como aquella dulzura y belleza casi angelical se bañaba de lágrimas, el llanto irrumpió mi cruel acto y decidí apartarme rápidamente de la escena gravemente confundido y con una desesperación casi macabra.
Decidí sentarme en el sillón de terciopelo, sudando, lleno de imágenes difusas en color sepia, me parecía un juego de locura, un juego de ajedrez en el que ambos contrincantes están en el abismo de la locura, en el perfume casi cruel de la ansiedad.
El tiempo comenzó a correr de nuevo, mi pulso desaceleró lentamente, me sentía confundido, como si hubiese  regresado de tan prolongado y horrible letargo, como si mi pesadilla fuese una ilusión realista y arriba de mi estuviese un maldito titiritero moviéndome de un lado a otro en este cruel escenario de la toxicidad mundana,  probándome el amor apartado de mi pero no apartado de los omnívoros del exterior.
Sus desconcertantes y dulces palabras retumbaban en mi cabeza, chocaban como granizo en una ventana, estaba asqueado de tan iluso que fui y de tan monstruosa apariencia emergía de mi, acompañaba me durante mis incómodos suspiros un vaso de Whisky  combinado con Ron mitad a mitad, perdí la cuenta desde que ambas botellas quedaron casi vacías y desde que mis cigarrillos se redujeron solo a tres. Pero es que de verdad me sentía incomodo me sentía rotundamente odiado, odiado por mis compañeros de trabajo que acabaron por abandonarme el día de hoy  sin siquiera llamarme para preguntar como estoy, odiado por mis padres que  siento que defraude por completo, odiado por ella a quien de verdad amaba e intente mostrarle que era la mejor persona para ella en este mundo, pero mas importante odiado por mi mismo.
Resolví levantarme un rato de mi melancólico asiento  e ir a la cocina por más cigarrillos e ir al baño a empapar un poco mi rostro lleno de pena. La sorpresa fue grande pues al verme al espejo note manchas desconocidas en mi camisa me sentía tan exaltado por la magnitud de estas y su color tan penetrante que irónicamente se me hacia tan familiar, al intentar quitar las desconocidas manchas mire directamente al espejo, perplejo mis gritos se ahogaron en un mar de horror y desconcierto, me sentía completamente asustado, de nuevo mi pulso volvió a acelerar e impresionado caí al suelo, en carcajadas casi malignas y llorando en confusión.
Me sentía completamente horrorizado, de pronto las nauseas me invadieron, me arrastre por el piso del baño chocando con las paredes irracionalmente  como si una parte de mi quisiera escapar por completo de ese loco cuadro y otra me mantuviera mirando ese pavoroso  paisaje  digno de verdadera locura.
El tiempo transcurría lento decidí sentarme recargado contra la pared del pasillo intentando serenarme, intentaba recordar lo que había pasado, cosa que me serenaba y a la vez me sacaba de quicio, cerré mis ojos buscando la respuesta y poco a poco veía claramente las imágenes podía recrear por completo la historia.

Veía mi entusiasmo al abrir la puerta tras la llegada de mi visita. La sonrisa mostraba en mi rostro una aparente serenidad llevada de la mano con esos toques matizados de desesperación. Opté por invitarle un trago y poco a poco comenzamos a dialogar, pensaba por completo que esas carcajadas cortaban el ambiente lúgubre y siniestro que percibí antes de su llegada, lo sentía por completo, pero mi idea era completamente errónea al darme cuenta de que las carcajadas solo eran mías, llenas de un tono fuera de mi como si otro antiguo compañero tomará mi lugar, ese viejo loco que siempre acababa nuestras platicas con sus estúpidos actos impertinentes, me veía riendo y llorando como un maniático enfurecido mientras le reclamaba a gritos el por que me arrebato mi aparente felicidad, no paraba de gritarlo fuertemente , para lo que ella respondió:
-¿Arrebatar? Tú eres el único que como prioridad has escuchado mi voz, no has de enjaretarme los terribles errores de tu relativa perfección. ¿Amor? No es amor por lo que has de llamarme, solo lo haces como una simple justificación a tu miedo, a tu completa ineptitud y vacía sustancia de tus actos. ¿Cómo puedes llamar “arrebatar” cuando quien ha dejado el amor irse furiosamente  fuiste tu?, como puedes convertirme en eso, en un simple escape en una miserable ruta de evacuación.
Rompí  coléricamente, con furia completamente asesina, decidí introducir mi mano en su pecho y desgajar el alma que dentro de él yacía, todo mientras gritaba:
-No hay justificación alguna, eres ángel del infierno, rosa de espina venenosa, calabozo de tibio perfume, perdición de dulce placer, error perfecto de hombres como yo, tuve que amarte  como los enamorados al ocaso, me bañaste con tu esencia de flores marchitas y me enervaste el alma, conciencia mía conciencia de mi, ángel de alas terribles, ¡aléjate de mi! ¡Vete!,  desaparece de mi vista traicionera de tersura hermosa.
Las imágenes pasaban una a una sentía el tibio desvanecimiento de mi condena, me sentía ligero pero absurdamente vacío, su cálido semblante veía desvanecerse y me sentía agobiado, su precioso color veía marchitarse como los tupidos arboles en otoño.
Cuando volví en si después de ver tan terribles imágenes, mi angustia regresó corrí desesperadamente a abrazar el cuerpo de tan hermosa figura, me sentía tan abatido, completamente arrepentido, imploraba en gritos sollozantes al cielo que regresara. Sentía que era inútil, decidí tomar su cabeza entre mis brazos y abrazarla intentando igualar la tibieza de su cuerpo y entre lágrimas lastimeras le hable al oído:
-Cálida flor que me acompañas no te marchites, semblante de mi bondad no has de abandonarme, imploro a la luna tu regreso mas eterno, te pido perdón como el arrepentido a su fin, ¿haz de regresar conmigo? Con tus ojos claros como el agua, tu rostro fino, tus dedos de seda dulce que han de resucitar mi tacto muerto, tu estela brillante y fulgurosa he de extrañar, tus abrazos por las noches y encontrarnos en sueños lejanos, ¿has de regresar a mí? Dueña de mis andares, rostro de mi eterna bondad, ¿has regresar a mí?.......
El alba se esclarecía y poco a poco la luz nos ensombrecía, mis lágrimas eran amargas completamente amargas, cuando decidí besar su frente por ultima vez, el rose de su piel latente con la mía tuvo que reanimarme, vi de nuevo sus hermosos ojos de profundidad desconocida, misteriosa y casi infinita, tomo mi mano como siempre lo hacía secó mis lágrimas, después me abrazó cálidamente como siempre y susurró a mi oído:
-Es hora de ver el cielo, amado mío…..
La miré lleno de alegría y respondí:
-  Has de arrullarme con tus palabras dulces, rostro hermoso de mi bondad.

**POEMA DEL MÓRBIDO A SU BONDAD**
De noche las angustias crueles desaparecen una a una,
Has de mirarme profundamente y he de sentirte tal cual eres;
Los astros nos miran a lo lejos, como ojos parpadeantes,
Y tú, sólo tú, has de revivirme con tu fragancia hecha a ti,
Cuando hacíamos el tiempo eterno, en las noches de luna
O cuando el cielo parecía solitario….
Has de ser para mí tal cual como yo te creé,
Eres el reflejo de mi más dulce sueño bondad mía,
Hermosa sombra que mi llanto apaga,
Tibia luz que alumbras mi sendero,
Rostro de mi bondad,
Reflejo se mí sueño mas dulce bondad mía


Joseph A. Lara Rodríguez

martes, 20 de septiembre de 2011

La intrínseca sutileza del odio...

Nauseabundo, irritante y molesto así es cuando en uno mismo se forjan los candados de la soledad, gritan los hombres y sueltan risas de elevado volumen ¿qué es tan gracioso?....
Si una persona cae desprevenida cuando se levanta mira las manos de su propia sombra sujetándole los tobillos ¡Maldita sea! exclamará pero no se da cuenta que más allá de la caída hay posibles heridas causadas por la pesadez de él mismo.
Así es cuando de la nada oyes la voz más agradable del mundo y al dia siguiente sólo escuchas el silencio, la voz se apagó y ahora se burla de tí en silencio, maldita sea tu voz, maldita sea tu existencia, maldita sea mi sombra que al suelo que me hiciste me obliga a sujetarme...


Joseph A. Lara Rodríguez "Le Corps"

Busco

A ratos furiosos me declaro inservible, es que me haces tanta falta, la lejanía es un mito malintencionado que la crueldad ha inventado para que te extrañe más de lo que me extraño a mi mismo cuando me siento ausente.

Es inútil pregonar que no te encuentro, pues tu voz ,aunque haga el eco más grande en el planeta, no me dice dónde estas, es que me haces tanta falta; tu camino se ha borrado casi por completo y no me queda más que buscar las siluetas de borrosas memorias en las que sabia cada vez que soñaba contigo que podia ser feliz.

¡Y es que no te encuentro a pesar de que te busque!, es que me haces tanta falta, ¡ eres invisible pequeña!, a ratos desesperados busco bajo las rocas, busco a tu recuerdo, al mio, a los de aquellos que te extrañan y que junto conmigo preguntan por ti, y es que ¡¿dónde estas?!

Dime una cosa ¿miras el mismo cielo que yo?, ¿miras el mismo Sol?, ¿las mismas nubes?, tu inocencia me grita sonoramente que te busque y yo deshecho me obligo a buscar con lágrimas en los ojos , pero las seco rapidamente para que no me impidan buscarte para al fin encontrarte...

Busco en las noches las estrellas más cercanas, el viento más tibio, la luna más dulce que te arrulle por tu camino y que te conduzca a donde yo y sólo yo sabré encontrarte,¡grito tu nombre al viento a voz dura y serena que vuelvas aqui!...

Mis brazos te extrañan, mis ojos, mi risa, mi voz, mi alma, ¡mi alma tan percudida te extraña sobre toda mi existencia!

Que los ángeles te vistan de vestido blanco, que te enseñen a volar, para que desde lo alto del cielo que miro pensando en ti y repitiendo tu nombre cantes a notas de miel y asi en mis recuerdos y en mi pesar pueda escucharte decir
"¡Seca tus ojos, estoy bien...!"

Por que una vida no es suficiente, en el crepúsculo de mi existencia y tu recuerdo habremos de encontrarnos de nuevo..

jueves, 15 de septiembre de 2011

1


El recuerdo de tu imagen aún sigue conmigo
has de tomar mi mano con cariño casi asesino,
de mirarme dulcemente y susurrar en mi oído
palabras indescifrables que solo yo concibo.

Te tomo de la mano y aspiro tu perfume
eres fragancia que tanto necesito,
llenas de tu néctar mi corazón sediento
¿Eres el veneno o eres el antídoto?

Has de aprisionarme entre tus brazos
y tendrás que darme muerte bella
ángel que me acechas desciende de tu cielo infinito
levántame benignamente y llévame lejos…

Eres como la noche que siempre me cubre,
inmensa y profunda, de misticismo desconocido,
tus ojos se clavan en mí y no siento dolor más dulce.
¿Eres el dolor o eres la cura?

Los astros han de adornarte como dos hermosos pendientes de perla,
la luna se inclina hacia ti
y yo te miro a lo lejos suspirando
para sentir como poco a poco me pierdo en tu sombra inmensa
¿Eres obsesión o eres locura?

Tus brazos me enredan y te siento cada vez más cerca
y despues ¡qué pasara?...
Hemos de ser uno solo,
de conjugar el verbo amar o simplemente seremos un ciclo más,
seremos tan eternos como el tiempo que nos asedia,
hemos de ser estatuas que se miren fijamente
Hermoso sea el momento en que te vi... pero malditos sean mis ojos que me hicieron necesitarte…
                                                              

                                                                                                                   Joseph A. Lara Rodríguez